Es un viernes de otoño, ya entrada la tarde. Fuera está oscuro y es hora de encender el fuego. Es un momento de lo más bucólico. Cerca del fuego me pregunto cómo debe sentirse el atardecer a más de 6000 m de altitud. Me entran fríos solo de pensarlo.
Divago entre pensamientos. Finalmente llego a la conclusión de que me apetece escribir sobre unas determinadas personas. Aquellas que realizan grandes hitos y se mantienen detrás del escenario, sin apenas fama, en concreto detrás de las cámaras.
Sí, tengo curiosidad de saber acerca de esos camarógrafos de alta montaña. Esas personas que suben ochomiles con el añadido de una cámara y de estar atent@s a plasmar cada detalle de la expedición.
Esas personas que con su esfuerzo y su valentía trabajan para que el/la protagonista quede bien retratada de cara al exterior. Muchas veces harán doble esfuerzo, mantenerse en condiciones extremas y buscar el mejor momento (luz, plano, foco, …). Otras veces se quedarán a pocos metros de lograr la cima, para no robarles el protagonismo a los “héroes”
Me apetece brindarles un gran hurra o como dicen en Euskal Herria “Aupa txapeldunak!” Gracias a estas personas, gente como yo podemos disfrutar de preciosos documentales y maravillosas fotos de la alta montaña y soñar con el día de poder vivirlo en directo.
Investigando he encontrado la figura de Javier Camacho Gimeno, un aragonés residente en Navarra. Un gran descubrimiento que me apetece compartir con tod@s vosotr@s. Sus fotos son pura fantasía. Planos muy cuidados, momentos clavados, luz maravillosa, en fin, mil gracias por estar y dedicar esos momentos para el bien de la fotografía en general.
Buscando más sobre él, encuentro un blog en el que narra alguna de sus peripecias y nos cuenta algo tan simbólico como esto:
“En muchas ocasiones se pasa por las zonas más fotogénicas con luces muy poco propicias por la dirección de la luz o por la hora (luces muy duras), pero o haces la foto o te quedas sin ella, ya que hay que seguir adelante y no se puede volver al sitio a buscar la luz correcta cuando la cima es lo fundamental.
Hay lugares que por la existencia de peligros objetivos, (desprendimientos de piedras, aludes, grietas, grandes pendientes pronunciadas), o por la dificultad técnica, obligan al alpinista a hacer las fotos de forma muy rápida, sin pensar mucho en los encuadres o en la toma en sí, ya que los cinco sentidos están puestos en controlar la situación y tratar de salir lo más rápido del lugar. Sin embargo, este tipo de fotos, si quedan bien, llaman mucho la atención”
En este blog también nos da una serie de consejos para poder realizar mejor las fotos en condiciones adversas: tener en cuenta el frío en las baterias, ya que se agotan, el peso, el tipo de objetivos a llevar, el cuerpo de la cámara…
Hasta que finalmente agradece a cada uno de sus compañer@s, ya que sin ell@s algunas de estas fotos tampoco podrían ser posibles. Estoy en total acuerdo, pienso que ser equipo es muy importante en estos eventos.
Aun así me encantaría que deis una vuelta por su página de Instagram y disfrutéis de las maravillosas fotografías tanto como yo. (Os dejo el enlace al final del post).
“Y finalmente no querría terminar sin hacer mención también al elemento humano imprescindible en toda expedición. A la paciencia infinita de los compas de correrías, por su ayuda imprescindible para algunas composiciones en las que se quiere reflejar la dimensión del paisaje, de la montaña. Por andar esperando siempre a que termine de hacer una foto, o porque la fotografía al final nos hace ir a sitios y a horas, que desde el punto de vista alpinístico no eran necesarios.
Sin ellos, muchas de las fotos que aquí podéis ver, no habrían sido posibles.”
La estancia se ha quedado fría, me levanto y hecho otro tronco al fuego. Mientras observo como se reaviva el fuego agradezco a todas esas y esos valientes que están detrás de la cámara en distintas condiciones para que otr@s podamos disfrutarlo desde el salón de casa.
Mil gracias a tod@